Aparición y desencanto en hora pico, esquina Simbad el Marino y Libertador (sentado y con los pies recontra fríos)
        De a poco lo fui haciendo (P.:- Eh, pará un poco, es tu letra nada más, yo también tengo fea letra): primero saqué la llave del bolsillo de atrás del pantalón porque me pinchaba el culo; eso primero. Pienso un poco, sobre si es necesario (recordar después) ir detallando situaciones, objetos, personas (sobre todo éstos, que me miran extraviados, un poco quizás lo que estaba buscando)... decido que lo haré o no lo haré, según se me cante. Por ejemplo, un pibe de chomba roja y jean blanco, como un Malboro Box.
        Bueno, me fui animando, lo fui haciendo (tres chicas cruzan, no, cinco, pienso en besos de salva): destapo la birome para darme fuerzas, porque me cuesta mucho escribir. Ahora, sólo escribo, mi mano trabajando sola, sin el ruido de los de arriba (más mujeres que hombres), ni pensar en qué piensan los que pasan. Escribir, que me da tanto miedo: o me estoy metiendo para adentro o para afuera, exploto o implosiono (taché "por Dios"). No escribo, me cuesta, miedo a ser sólo esto, solo, o a que a alguien le guste y... que sé yo, me fui animando.
        Por Dios (lo debía), ahora me doy cuenta de que tengo un buzo amarillo; que estaba en la esquina concurrida, ya lo sabía, también era la intención. Che, boludo, Graciela viene gateando. Impuntual Graciela, quiero verte venir gateando.
        Paro un poco para intentar recordar las cosas que pensaba recostado en la cama de abajo de la de D.; ¡ah!, que D. siempre se acuesta y no sale y a mi me da la rabia, y salgo (una coma antes de la "y", P.). Necedad, pero también necesidad, ya había dicho. Me estoy probando y va mal y no. No va mal porque me miran (me, me, me, me, me...) y yo igual sigo. Mal porque miedo fundado: soy un desastre. Tengo ego y todo, que dice como Paula y Christian que malo no soy, M. no lo dice y Matías va a escribir una novela: ojalá esté como espero, porque disfruto leyendo a Matías y él lo sabe. Graciela no llega ni caminando, qué cagada. Graciela gateando, qué escena.
        Hasta acá llegué, punto. Voy a seguir disfrutando de lo que pienso sin que se enteren, no se pierden nada... Graciela, D., P., Chris, qué lindo olor dejó la chica que pasó y eso que recuerdo muchos olores lindos de muchas chicas que pasaron dejando olores lindos. Qué andai haciendo maestro, escribiendo, un poema para una chica, no, qué, cosas, ah, etc. Cuando escribo "sabe", parece que dijera "sobre", que horrible mi cursiva.
        Ahora todo para mí. Pensar. Pensar que pienso; verme, verme pensar; verme pensar que pienso (- ¡porquería muñecas! - el de la camisa afuera y el vaso en la mano, en el piso ya). Pensar, verme, etc; un juego de espejos, como en la peluquería o en los laberintos de cristal: dos trampas, al fin y al cabo. Tres, digamos, con el pensamiento.
        Bueno, me fui animando, lo fui haciendo (tres chicas cruzan, no, cinco, pienso en besos de salva): destapo la birome para darme fuerzas, porque me cuesta mucho escribir. Ahora, sólo escribo, mi mano trabajando sola, sin el ruido de los de arriba (más mujeres que hombres), ni pensar en qué piensan los que pasan. Escribir, que me da tanto miedo: o me estoy metiendo para adentro o para afuera, exploto o implosiono (taché "por Dios"). No escribo, me cuesta, miedo a ser sólo esto, solo, o a que a alguien le guste y... que sé yo, me fui animando.
        Por Dios (lo debía), ahora me doy cuenta de que tengo un buzo amarillo; que estaba en la esquina concurrida, ya lo sabía, también era la intención. Che, boludo, Graciela viene gateando. Impuntual Graciela, quiero verte venir gateando.
        Paro un poco para intentar recordar las cosas que pensaba recostado en la cama de abajo de la de D.; ¡ah!, que D. siempre se acuesta y no sale y a mi me da la rabia, y salgo (una coma antes de la "y", P.). Necedad, pero también necesidad, ya había dicho. Me estoy probando y va mal y no. No va mal porque me miran (me, me, me, me, me...) y yo igual sigo. Mal porque miedo fundado: soy un desastre. Tengo ego y todo, que dice como Paula y Christian que malo no soy, M. no lo dice y Matías va a escribir una novela: ojalá esté como espero, porque disfruto leyendo a Matías y él lo sabe. Graciela no llega ni caminando, qué cagada. Graciela gateando, qué escena.
        Hasta acá llegué, punto. Voy a seguir disfrutando de lo que pienso sin que se enteren, no se pierden nada... Graciela, D., P., Chris, qué lindo olor dejó la chica que pasó y eso que recuerdo muchos olores lindos de muchas chicas que pasaron dejando olores lindos. Qué andai haciendo maestro, escribiendo, un poema para una chica, no, qué, cosas, ah, etc. Cuando escribo "sabe", parece que dijera "sobre", que horrible mi cursiva.
        Ahora todo para mí. Pensar. Pensar que pienso; verme, verme pensar; verme pensar que pienso (- ¡porquería muñecas! - el de la camisa afuera y el vaso en la mano, en el piso ya). Pensar, verme, etc; un juego de espejos, como en la peluquería o en los laberintos de cristal: dos trampas, al fin y al cabo. Tres, digamos, con el pensamiento.
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