jueves, octubre 27, 2005

Amores y bandidos

        Leyendo algunos capítulos de Bandidos, de Eric Hobsbawm, y sumido en esa "melancopatía" con que me definió certeramente Anouk, me choqué con una afirmación que me hizo pensar hasta qué punto no pueden ser comparables las resistencias y luchas de un hombre contra el sistema (muchos hombres ejerciendo -tal vez inconcientemente- un poder colectivo e "institucional") con las relaciones afectivas, a los romances, a los histeriqueos y otros devenires modernos.
        Porque, no siendo esencialistas (¡qué dificil no ser trascendente en el amor!), es posible reconstruir una tejido de injusticias sociales y formas convencionales de rechazo y de ejercicio del poder entre dos personas, ámense o no, ame una y desconozca la otra y demás álgebras complejas de la poesía y de la vida. Y si no, cómo no leer que "la afirmación del poder, de cualquier poder, es un triunfo en sí mismo; (...) y cabe pensar que cuanto más débil se sienta en realidad el rebelde mayor será la tentación de utilizarlo" sino bajo la mirada de Severino de Kusiemski, de Roger; de una tensión de poderes imbéciles, invidivuales e incluso menores pero que hacen de la vida de un tipo, la de un pobre tipo, ajenas a cualquier condicion material (histórica, social, económica).

        ¿Una historia universal de la utilización afectiva del poder o del poder afectivo? ¿Por qué no? Dicen que el "primer hombre" fue edificando el mito de matar al padre mediante la prohibición a los hijos para tocar a todas las mujeres, que, obviamente, quedaban para el macho dominante ya sean hijas, hermanas, madres o amigas y así se buscó la piedra o el cuchillo.
        Y retomando de allí para recuperarme ahora en esta insaciable necesidad de dar vuelta los poderes (a-poderarme) con el sólo deseo de amar, de besar, de compartir o decreciones carnales semejantes, encuentro una línea con aquel de la palabra primigenia, ese hombre primero de su propio fin que hoy vuelve a descojonar y desacajonar todo la existencia-de a dos, excluyente, coercitiva y lamentable de la que funcionamos y de la que valientemente prometo y deseo no funcionar (por el simple hecho -lo reconozco- de estar oprimido bajo el pie de esa mujer del cuadro de Tiziano, que contaba Masoch en su Venus de las Pieles); y lo siento y expreso así porque aseguramos, Hobsbawm para sus bandidos y yo para mis bandidas, que "la victoria trae consigo su propia tentación destructiva"

4 Comments:

Blogger Anisett アニセット said...

Hace tiempo que vengo pensando en varios tipos de relaciones de poder y este era uno de los que me consumian más energia mental. Roger, como siempre, hace justicia.

:D

1:19 p. m.  
Blogger luzpearson said...

Frente al poder amoroso -para estar a gusto- es necesario que pierdan los dos. Creo.

6:20 p. m.  
Blogger Roger said...

Entiendo, y comparto quizás, Lopez. Pero tu mirada es demasiado optimista y creo que ahí si que no me descubriste: en tu comentario los encuentros amorosos parecen concretarse e incluso discutir desde el mismo escalón. Y es el poder... ay, si yo supiera.

12:25 a. m.  
Blogger luzpearson said...

Es verdad, mi mirada es optimista: es más lo que me gustaría que fuera. El poder (todos ellos) me tienen absolutamente asqueada.

1:32 p. m.  

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