Amores y bandidos
        Leyendo algunos capítulos de Bandidos, de Eric Hobsbawm, y sumido en esa "melancopatía" con que me definió certeramente Anouk, me choqué con una afirmación que me hizo pensar hasta qué punto no pueden ser comparables las resistencias y luchas de un hombre contra el sistema (muchos hombres ejerciendo -tal vez inconcientemente- un poder colectivo e "institucional") con las relaciones afectivas, a los romances, a los histeriqueos y otros devenires modernos.
        Porque, no siendo esencialistas (¡qué dificil no ser trascendente en el amor!), es posible reconstruir una tejido de injusticias sociales y formas convencionales de rechazo y de ejercicio del poder entre dos personas, ámense o no, ame una y desconozca la otra y demás álgebras complejas de la poesía y de la vida. Y si no, cómo no leer que "la afirmación del poder, de cualquier poder, es un triunfo en sí mismo; (...) y cabe pensar que cuanto más débil se sienta en realidad el rebelde mayor será la tentación de utilizarlo" sino bajo la mirada de Severino de Kusiemski, de Roger; de una tensión de poderes imbéciles, invidivuales e incluso menores pero que hacen de la vida de un tipo, la de un pobre tipo, ajenas a cualquier condicion material (histórica, social, económica).
        ¿Una historia universal de la utilización afectiva del poder o del poder afectivo? ¿Por qué no? Dicen que el "primer hombre" fue edificando el mito de matar al padre mediante la prohibición a los hijos para tocar a todas las mujeres, que, obviamente, quedaban para el macho dominante ya sean hijas, hermanas, madres o amigas y así se buscó la piedra o el cuchillo.
        Y retomando de allí para recuperarme ahora en esta insaciable necesidad de dar vuelta los poderes (a-poderarme) con el sólo deseo de amar, de besar, de compartir o decreciones carnales semejantes, encuentro una línea con aquel de la palabra primigenia, ese hombre primero de su propio fin que hoy vuelve a descojonar y desacajonar todo la existencia-de a dos, excluyente, coercitiva y lamentable de la que funcionamos y de la que valientemente prometo y deseo no funcionar (por el simple hecho -lo reconozco- de estar oprimido bajo el pie de esa mujer del cuadro de Tiziano, que contaba Masoch en su Venus de las Pieles); y lo siento y expreso así porque aseguramos, Hobsbawm para sus bandidos y yo para mis bandidas, que "la victoria trae consigo su propia tentación destructiva"
        Porque, no siendo esencialistas (¡qué dificil no ser trascendente en el amor!), es posible reconstruir una tejido de injusticias sociales y formas convencionales de rechazo y de ejercicio del poder entre dos personas, ámense o no, ame una y desconozca la otra y demás álgebras complejas de la poesía y de la vida. Y si no, cómo no leer que "la afirmación del poder, de cualquier poder, es un triunfo en sí mismo; (...) y cabe pensar que cuanto más débil se sienta en realidad el rebelde mayor será la tentación de utilizarlo" sino bajo la mirada de Severino de Kusiemski, de Roger; de una tensión de poderes imbéciles, invidivuales e incluso menores pero que hacen de la vida de un tipo, la de un pobre tipo, ajenas a cualquier condicion material (histórica, social, económica).
        ¿Una historia universal de la utilización afectiva del poder o del poder afectivo? ¿Por qué no? Dicen que el "primer hombre" fue edificando el mito de matar al padre mediante la prohibición a los hijos para tocar a todas las mujeres, que, obviamente, quedaban para el macho dominante ya sean hijas, hermanas, madres o amigas y así se buscó la piedra o el cuchillo.
        Y retomando de allí para recuperarme ahora en esta insaciable necesidad de dar vuelta los poderes (a-poderarme) con el sólo deseo de amar, de besar, de compartir o decreciones carnales semejantes, encuentro una línea con aquel de la palabra primigenia, ese hombre primero de su propio fin que hoy vuelve a descojonar y desacajonar todo la existencia-de a dos, excluyente, coercitiva y lamentable de la que funcionamos y de la que valientemente prometo y deseo no funcionar (por el simple hecho -lo reconozco- de estar oprimido bajo el pie de esa mujer del cuadro de Tiziano, que contaba Masoch en su Venus de las Pieles); y lo siento y expreso así porque aseguramos, Hobsbawm para sus bandidos y yo para mis bandidas, que "la victoria trae consigo su propia tentación destructiva"
4 Comments:
Hace tiempo que vengo pensando en varios tipos de relaciones de poder y este era uno de los que me consumian más energia mental. Roger, como siempre, hace justicia.
:D
Frente al poder amoroso -para estar a gusto- es necesario que pierdan los dos. Creo.
Entiendo, y comparto quizás, Lopez. Pero tu mirada es demasiado optimista y creo que ahí si que no me descubriste: en tu comentario los encuentros amorosos parecen concretarse e incluso discutir desde el mismo escalón. Y es el poder... ay, si yo supiera.
Es verdad, mi mirada es optimista: es más lo que me gustaría que fuera. El poder (todos ellos) me tienen absolutamente asqueada.
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