Abrazos de vacío (fragmentos, con título im-propio)
(...)
Inutil recordar.
Inutil recordar porque no te acuerdas en/con el cuerpo.
Acordarte de tus dedos y tu palpitar
en todas partes
cuando ataste su cordón -ella te lo pidió-;
en la imagen de tu vil mirada acordar la mirada de mamá,
la trascendencia de la intrascendente sobremesa,
la genética de tus manos iguales a las de tu hermano,
pintarrajeadas con tempera;
abordar (eso sí que es estúpido)
tu memoria en el instante imborrable
en que hablabas al oído desde el asiento de atrás
o encontrabas en las nubes las caras y las cosas
que querías encontrar cuando fueras grande,
entretanto las líneas blancas borraban sus bordes
y el cielo bordaba su horizonte a la llanura infinita
(todavía soñabas con encontrar allí un tesoro
del que cuentan los libros)
(...)
Y quien dijera que pese a todo
solo seremos, ahora lo veo, dos hombres más.
De quién son la culpa y la ignorancia,
eso sí, jamás lo sabremos
ni tu, ni yo ni nadie, siquiera él:
moriras conociendo, tristemente, más de Sartre
que de tu propio padre.
Inutil recordar.
Inutil recordar porque no te acuerdas en/con el cuerpo.
Acordarte de tus dedos y tu palpitar
en todas partes
cuando ataste su cordón -ella te lo pidió-;
en la imagen de tu vil mirada acordar la mirada de mamá,
la trascendencia de la intrascendente sobremesa,
la genética de tus manos iguales a las de tu hermano,
pintarrajeadas con tempera;
abordar (eso sí que es estúpido)
tu memoria en el instante imborrable
en que hablabas al oído desde el asiento de atrás
o encontrabas en las nubes las caras y las cosas
que querías encontrar cuando fueras grande,
entretanto las líneas blancas borraban sus bordes
y el cielo bordaba su horizonte a la llanura infinita
(todavía soñabas con encontrar allí un tesoro
del que cuentan los libros)
(...)
Y quien dijera que pese a todo
solo seremos, ahora lo veo, dos hombres más.
De quién son la culpa y la ignorancia,
eso sí, jamás lo sabremos
ni tu, ni yo ni nadie, siquiera él:
moriras conociendo, tristemente, más de Sartre
que de tu propio padre.
6 Comments:
cómo se hace con el teclado una carita de ojos abiertos, enormes, media sonrisa (entre complicidad y trsiteza) y cuya frente descanza en el recuerdo propio y además en las líneas que se arrugan diciendo: esto me huele conocido?
(no se entiende, pero no lo explico: el comentario no vale la pena. mejor vuelvo a leer todo, que sí vale).
salut!
Mi papá es Sartre.
Conmueve (mueve-con).
Cosmos.
:) Yo me quedo con esta carita e imagino que sonríe justo en el momento que no puede romper en llanto.
Brilla.
A mi me cuesta, como dice ahi (No le agradecí todavía a Olga Ávila Culrid), saber si es culpa o ignorancia.
Islas.
Una pequeña deducción interna (y arbitraria)
Sartre es tu padre. Tu padre es humano. Sartre no está en tu lista.
Lo que pudo parecer pura ironía frente al dolor que pudo causarme tu texto era -también- un recuerdo: de adolescente -y más- pensé algo así respecto a Sartre y Simone: eran mi ejemplo, sentía más afinidad, comprensión y amor por ellos.
Y cosas así se sienten mirando nubes por la ventana, como vos bien pintás.
PD: mi padre Sartre está en la lista pero mal escrito. Igual, gracias por la atención de dedicarme una arbitrariedad.
perfecta descripción. cariños.
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