viernes, abril 01, 2005

¡A gritar aquí en silencio!

        Descubrí el placer de aullar en silencio, explotar desde adentro hacia los dedos, volar a todas las cabezas y retorcer la mía. Me lo permite la escritura, que me ha enseñado a gritar sin ponerme colorado: ¡Amo, amo, AMO!. Lloré en carta a Anouk, mentí a gusto con El Escribidor. Y acá sobre todo aprendí a gritar sin ser oído ni escuchado, mientras no se leen más que signos de puntuación, palitos y puntitos.

        ¡Cómo me gusta escribir lo que sufro! (esto fue un silencioso grito, como expliqué) Mientras me atraviezan y me avezan todas estas incomprensiones y delicias de la vida de mi mente y mi corazón (el huevo y la gallina), me voy deshojando en palabritas, letras que ¡grito!, que lloro, que solamente digo, como al pasar, aburrido, melancólico o eufórico.

        Intenten oírme. No me lean. ¡Escúchenme! Este extraño poder me permite ser indiferente, altivo y rey del mundo. Elijo ser el único hombre, el que habita dentro de mí mismo y del cual soy amo y vasallo, indistintamente. Afuera, con el ruido, todo es distinto. Afuera no se escuchan mis gritos, que se cubren con el adorable velo de las palabras.

        ¡A volar entonces, Único (Roger), hacia el resto de la gente y de las cosas y los lugares, que ya es hora de sufrir, de amar, de reír, de vivir!.