lunes, mayo 30, 2005

Angustia...

        Es ineledubible la angustia, salvo que se tenga una disposición de ánimo pequeña que nos permita o bien ignorarla o bien superarla con alegrías mediocres que apenas despeinan la superficie felpuda de esos humores mediocres, en los cuales dudo que la angustia sea germinación auténtica, sufrida y dolida.
        De todas maneras, la preocupación acerca de lo angustioso no corresponde ahora en mí al origen, a las causas, sino más bien a sus consecuencias; o, para ser más directo: no me importa de dónde viene sino a dónde va. ¿Tendré alguna otra vez esa angustia que me desbordó completamente y que domó todos mis despertares como si ya mis pasos no fueran jamás a ser los de antes ni los de después, sino más que para ser continuo pesar, infelicidad y pesadumbre? ¿Esa ansiedad de nada que lastima los pulmones, achina la cara y durante la cual ya no fui yo y nadie me conoció, viendome perderme en la tristeza y buscando aire sofocado?

        ¿A dónde voy con esta angustia? ¿A qué final, a qué comienzo? Puedo inferir algunas razones para guiar así el develamiento del porvenir de este sufrimiento inexplicable y hondo: dos o tres mujeres y la falta de ellas, sus faltas, su falta; el vacío de ser sólo un hombre, uno solo; la estupidez de sentirse estúpido a cada rato y otras vanidades mediatas o metafísicas.
        Esta angustia -como los críticos- se alimenta de todos mis pensamientos, se da cuerda y se recrea constantemente en argumentos justos y en inexistentes; toma prestado elementos inútiles de mi pobre existencia cotidiana y mis deducciones imbéciles acerca de ella y los modela, los adhiere a su indecible forma, a su destino oculto y doloroso que viene a implosionarme.

        Más que nunca por lo tanto es la finalidad lo que me ocupa y me preocupa de esta angustia que va mordiendo mi material de vida, mis amistades, mis lecturas, mis fantasías y mis fracasos, que las va componiendo sombríamente en un objeto acabado y duradero, incluso eterno y que se me presenta, con modificaciones según mi humor o el clima, ineludible y fatal. Es, reafirmo, sobre todo ahora que me duele tanto y que me excede como las obras de arte que no termino de comprender.
        Mi angustia es sin duda una obra de arte, estatuaria y abstracta de mí mismo, que me derrumbo.

1 Comments:

Blogger Tina said...

Qué jodido es saber vivir con la propia angustia, yo muchas veces quiebro, igual ultimamente ando mejor.
Un abrazo

1:19 p. m.  

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