martes, mayo 24, 2005

a y b sobre una situación de inteligencia práctica

        La joven se acerco a mí, que tenía a mi perro de la correa y lo esperaba en su misteriosa búsqueda, y me preguntó dónde paraba el (colectivo) 110. Repregunté hacia dónde y ella contestó que a Palermo. Señalé la parada y me agradeció y se fue. Entonces, medité, aún a la espera y tal vez caminando ya:

        - Entre toda la gente de la plaza, ella se dirigió a mi. a) ¿Casualidad? No; b) ¿Atracción? Descartado. Me preguntó donde quedaba la parada, justamente a mi, porque yo estaba paseando a un perro, es decir, que era imposible que no fuera de ese lugar. Porque si yo no era de ese lugar, las única posibilidades negativas serían que:
        - a) fuera algun familiar del dueño del perro en cuyo caso el perro era muy buenito y se dejaba tratar por las visitas; o b) caminé muchisimas cuadras, a través de avenidas y barrios, quedando a la deriva en esa plaza.
        - Pero viendo que b) no era posible ya que mi perro estaba sufiencientemente enérgico como para venir arrastrandonos a ambos, también a) quedaba descartada porque la fuerza acumulada era más poderosa que la que marcaría el carácter de buen huésped del can.

        Entonces sin duda yo era de acá para ella, ya no de allí, porque ella buscaba alguien de acá, que es más proximo que allí. Pero ¿cómo saber que sabía?. Y acá las reflexiones se me van de las manos porque: a) no soy un tipo práctico, sino que más son las veces que reflexiono que las que actúo guiado por el azar maravilloso de los que saben caminar la calle o de los que escriben; y b) es posible que toda esa inteligencia que le confiero a esa chica sea un puro invento y no tenga nada interesante que postear.
        Pero si a) es cierta (y aquí el juicio o el trabajo ya es de ustedes) entonces b) queda anulada. ¿Por qué?