Luna
Título arbitrario y común, bien podría ser cualquier otro. Nada más.
        ...ahí estaba, a la vuelta de la esquina,
        la luna celestial de cada día.
                Jorge Luis Borges
                A Christian Kofman
Luna, al amar impunemente usada
con bordar de pañuelos
para amarse a sí mismos,
vuelven murciélagos tus gaviotas
y te colman de eclipse,
una a una,
frente a mi mirarte tenaz y tonto
para atraparte
en noches cursis y espesas
a mi silencio.
Veo tu luz, tus luces de mil formas:
reflejo metal en los coches,
el medallón plateado que adorna la avenida
como un semáforo distante que amenaza
a quienes venden rosas apurados,
ojo de marfil que hipnotiza a las parejas
que no se acuestan,
tus grises rostros pintados por los niños
en perfiles absurdos y hermosos.
Yo estoy bajo tu sombra,
siento su peso que aletea y no la encuentro,
Luna nombrada, luna de todos.
Sin embargo, no estas conmigo
que te busco callado entre las ramas como piernas
y algunas veces te confundo con faroles
alumbrando la oscuridad como quien copia.
Antes que yo, del que menos te sabe y más te necesita,
girando juntos escondidos tras las nubes de cemento,
todos, hetaria de lentejuelas,
de olores a perfume y cigarillo,
en la noche mía de mi barrio.
Estoy bajo tu sombra, eclipsado
por mi nariz y por la historia,
retrasado por ventanas de los edificios más altos,
por astronautas, ocultado por poetas a contramano,
por dandys que conquistan con un dedo índice.
Soy tu otra cara
que yo mismo desconozco,
negra luna usada por todos los que no saben
que nada más el paso del menguante
puede modificar una vida.
Voy a enrrollarte de rencores
en una tarde que me ciegue
para que mueras de celos
y vuelvas a buscarme
cuando nadie te señale
y por tu espalda, la música nocturna en la ciudad.
        ...ahí estaba, a la vuelta de la esquina,
        la luna celestial de cada día.
                Jorge Luis Borges
                A Christian Kofman
Luna, al amar impunemente usada
con bordar de pañuelos
para amarse a sí mismos,
vuelven murciélagos tus gaviotas
y te colman de eclipse,
una a una,
frente a mi mirarte tenaz y tonto
para atraparte
en noches cursis y espesas
a mi silencio.
Veo tu luz, tus luces de mil formas:
reflejo metal en los coches,
el medallón plateado que adorna la avenida
como un semáforo distante que amenaza
a quienes venden rosas apurados,
ojo de marfil que hipnotiza a las parejas
que no se acuestan,
tus grises rostros pintados por los niños
en perfiles absurdos y hermosos.
Yo estoy bajo tu sombra,
siento su peso que aletea y no la encuentro,
Luna nombrada, luna de todos.
Sin embargo, no estas conmigo
que te busco callado entre las ramas como piernas
y algunas veces te confundo con faroles
alumbrando la oscuridad como quien copia.
Antes que yo, del que menos te sabe y más te necesita,
girando juntos escondidos tras las nubes de cemento,
todos, hetaria de lentejuelas,
de olores a perfume y cigarillo,
en la noche mía de mi barrio.
Estoy bajo tu sombra, eclipsado
por mi nariz y por la historia,
retrasado por ventanas de los edificios más altos,
por astronautas, ocultado por poetas a contramano,
por dandys que conquistan con un dedo índice.
Soy tu otra cara
que yo mismo desconozco,
negra luna usada por todos los que no saben
que nada más el paso del menguante
puede modificar una vida.
Voy a enrrollarte de rencores
en una tarde que me ciegue
para que mueras de celos
y vuelvas a buscarme
cuando nadie te señale
y por tu espalda, la música nocturna en la ciudad.
1 Comments:
Gracias...
ah...hoy te pido que escuches con atención dos o tres canciones de la tanguera.
tienen que ver con la luna y sus derivaciones...
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