Gualeguaychú: violencia y retorno.
        Entonces vuelvo a mí con la desorientación, la vergüenza y la ira del que recibe una cachetada.
        Estoy en mi cuerpo y en mis tonterías (la vanidad, jugar al futbol con las medias, los mates y los abdominales); otra vez, como arrancado de los símbolos. Siento que lo anterior ha sido un mareo, deslizado estaba hacia mi interior, arrancado de afuera hacia otro mundo de cosas por sobre las comparsas y sus conceptos de jerarquía y representación.
        Regreso al mundo de mis masturbaciones, de mis pataleos. Encuentro a mis amigos, escucho música y no la pienso, ejerzo de chusma y entrego mi libertad cotidiana a una mujer. Toco las puertas, el control remoto, siento el saludo con los pómulos.
        Me hago corpóreo, imbécil, liviano. El peso de mi cuerpo es totalitario y le escupe a los recuerdos y a las ideas una saeta enorme mientras los rotula de perjudiciales, de contaminadores. Desconozco, de repente, la posibilidad de cierta inteligencia para practicar su defensa, más allá de las lágrimas.
        Mi cuerpo orientado hacia él y hacia el resto del mundo (del día) se dice olvido; tan dictador, tan violento, tan absurdo, tan necesario.
P.D.: revelo la excusa de este texto demorado: otra vez me gusta una mujer.
        Estoy en mi cuerpo y en mis tonterías (la vanidad, jugar al futbol con las medias, los mates y los abdominales); otra vez, como arrancado de los símbolos. Siento que lo anterior ha sido un mareo, deslizado estaba hacia mi interior, arrancado de afuera hacia otro mundo de cosas por sobre las comparsas y sus conceptos de jerarquía y representación.
        Regreso al mundo de mis masturbaciones, de mis pataleos. Encuentro a mis amigos, escucho música y no la pienso, ejerzo de chusma y entrego mi libertad cotidiana a una mujer. Toco las puertas, el control remoto, siento el saludo con los pómulos.
        Me hago corpóreo, imbécil, liviano. El peso de mi cuerpo es totalitario y le escupe a los recuerdos y a las ideas una saeta enorme mientras los rotula de perjudiciales, de contaminadores. Desconozco, de repente, la posibilidad de cierta inteligencia para practicar su defensa, más allá de las lágrimas.
        Mi cuerpo orientado hacia él y hacia el resto del mundo (del día) se dice olvido; tan dictador, tan violento, tan absurdo, tan necesario.
P.D.: revelo la excusa de este texto demorado: otra vez me gusta una mujer.
7 Comments:
es como entregarse a una falsa promesa de cuota etérea. Y así es por un tiempo. Y todos tenemos alas, por un tiempo. pero las alas tienen fecha de vencimineto. Y en el mejor de los casos -el que más deseamos- llegan los roces, y el hastío y otro tipo de entrega, y sin duda, otro tipo de cuerpo, de realidades, de representaciones.
oh el comment anterior! oh!
justo acá, wrong place robot!
iba a decir que lo sabía, se olía a silencio de mujer, pero ya perdí la inspiración...es lo de pez roger? Sí? sí, acá es. Corporate America me empañó, chau.
Islas.
Sí, se notaba, pero tenía que decirlo para que no disminuyan el texto por esa disminución mia.
Ah, el comentario anterior tiene bastante de blog: ayudas, "better feelings" y sobre todo "advantage of this specific opportunity".
Kai.
E´así amiga.
Deseante se siente disminuido,¡qué cosa la humanidad!
Pienso que si pudiera ser más pez que roger, desear sería algo como ponerse en flecha, enfocar target, ir.
Y punto.
preciso y precioso.
me gustó leer el título y luego la pd.
Y no sabes, Cosmos, cómo ese título y esta postdata se hacen cíclicos: violencia y retorno dale que dale, con aquella otra mujer que vuelve dándole patadas a mis decisiones más incuestionables, incluso la de que otra vez me guste una mujer que no es ella.
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