jueves, junio 23, 2005

Paula a la hora de dormir

Paula a la hora de dormir
Y ella se arrima y se recuesta
con él en la lugubre muralla.

        Mario Benedetti, "Verde y sin Paula"

La noche toda, Paula.
Mis medias de lana por el suelo,
los placares contentos, mi cara de amargado
sobre el amargo dulzor de la saliva que se traga y piensa,
esa saliva que no haces tuya, dulce, dulce
en ésta, esta invertida noche
donde te siento al borde de mi cama y de mi pecho.

Que se borren tus ojos de mis nocturnos muros.
¡No! No me veas así.
Quita tus ojos de muñeca de tu techo y date el sueño.
Dejá de recordarme, Paula, y dame el sueño,
dejame con el sueño sin vos,
las plazas sin vos,
Benedetti sin vos,
diarios sin vos,
sin vos esta noche toda, al menos.
Ya quiero pensar alado y rebelde en las baldosas y en los jefes,
en el amor, ese misterio que se asoma,
pensar difuntos y problemas hasta darme risa,
desbordarme de hombre y de absurdo y solo.

Llegará prontamente el sueño y las conquistas,
mis trenes -donde se arroja abajo gente que no muere
y se levanta-,
las piezas en donde soy yo hasta ser pequeño
y no reconocerme,
los números de teléfono, la codicia culpable
y algunas extrañas palabras sueltas que me asaltan
y no descifro.
Ya esta noche toda va dándose vuelta:
no extraño más que al sueño y a mi mismo;
mudo empleos, talentos, al oro y a los pobres;
cambio mi nariz, mis musculos;
contraigo y mezclo al universo entero
-que reduzco a desamor, a trabajo y a la acción del sueño-
mientras las paredes cambian, cambian de horizonte,
abrumadas de encierro ennegrecidas.
El cielo de mi habitación, muy solitario, es un techo y un piso
donde patas para arriba, sola, sola y dormida,
Paula, sobre las luces ultimas del pensamiento
se arrima y se recuesta tu telón negro acariciado
y yo me duermo.