lunes, abril 10, 2006

Gualeguaychú: la eternidad tiene caras sustitutas.

        Quizás la única afirmación de este texto que quizo ser más breve esté en el título. Quizás este estirado tiempo que llevo escribiendo sobre recuerdos cada vez más distorsionados por este yo lejano, esté ingenuamente contaminado por quizases y acasos, de los que odia Anouk, quien magistralmente los reemplaza por talveces y por ocasos desde su piso 17.
        La forma interrogatoria de escritura puede ser, ahora mismo lo reflexiono sobre mí, una manera de evadir y sugestionar las posibles respuestas; también puede ser la única alternativa. Entre alguna de estas dos variantes formales pienso, cuando me vuelve a picar por qué las ocasionales personas se hacen eternas.

        ¿Se vuelven eternos por ser momentáneos? Jugué y juego infinidad de veces con esa magia inmaterial, este sueño de otras vidas. No hay delirio más agradable que ser inmortales en la memoria de otro, ni siquiera el placer de crear esos mismos seres inmortales.
        Ahora, terrenal (entendiendo la absurda transportación de ese término hacia lo racional), me pregunto: ¿por qué se resuelve tan importante ese alguien cuya figura y su vida ha desaparecido? ¿Qué recuerdo sustituye y cuáles crea? ¿Qué caras tiene y representa, por dirección inextricable nuestra? ¿Que semáforos, qué esquinas, cuántas bebidas? ¿A qué presencias les hace pliegues en la sabana y el ensueño, esa ausencia de rostros des-figurados, figurativos y figurones?

        Asi como el olvido, según Funes, es la posibilidad del pensamiento y por ende -agrego yo- del recuerdo, una mujer que se graba en la memoria, y sólo allí, toma la forma de las nubes y la expectativa, "de la caricia y la duda" (como dijo la Srta. Kaplan), del café, de nuestras manos, del llanto, de los temores de la noche solo y de la mala suerte, de la vida entera y la borrachera.
        Traje desde Gualeguaychú puentes de rutas a Rosario que no conocí, una fila de personas esperando en la puerta de un banco, una serie consecuente de emborrachamientos de un grupo de amigas durante los meses de junio y julio de 2002, el cruce en masa de Uruguay y Corrientes, al ex novio de una mendocina y a la familia de ese ex novio al llegar desde escocia y cruzar el país.

        Atento sobre todos mis colectivos, mis imaginarios trenes y las vueltas de la esquina, me despliego infinito y hombre entre las muchedumbres ignorantes de que en cada segundo de inexplicable vida acaso representen para otro la cara suplente de la eternidad.