domingo, mayo 14, 2006

Chusma: poder e información

        El chusma no es esencialmente, como dicen, curioso, ni siquiera intrometido: es poderoso. Maneja información, y de la más importante y trascendente, es decir, la de las vidas de las personas.
        El secreto de otra vida vale en sí mismo, pero vale más por tener algo del otro y por tener eso que alguien quiere tener (que es tanto la información como un pedacito de aquella persona). Es un ladrón, un Robin Hood con saña, un periodista, un monarca y un mensajero, jugando entre sí, confusos.

        Debería prohibirse despreciar al chusma de antemano, sin juzgar su poder y su complejidad. Pero ahora mismo, después de este derrotero, traigo a las letras una clase de poderoso confiscador de porciones de vida que es necesario odiar con esa clase de odio que se agiganta al no poder ser indiferencia: los chusmas de los sentimientos.
        Jamás cuando dicen, por ejemplo, "está enamorado de" se refieren a un conocimiento efectivo (y mal guardado), sino a una suposición arbitraria y casi alucinante de los ánimos ajenos. Casi debería reformular mi visión sobre el chusma, ajustándola a este último detalle, pero sería injusto...

        Asi, por los siglos de los siglos, han deformado vidas que han pasado a ser obsesivas frente a los ojos de los demas, transformando un dolor o una alegria en una verdadera cruzada contra la mentira, en la que se pierden para desmentirla, transgrediendose por todos los costados de la emoción.
        Quizás así -me desvarío por última vez- se hayan perdido (y también ganado) cientos de relaciones posibles y fundamentales, cambiando una gran porción de la cotidiana historia de la humanidad, que la chusma canta y desvía.

lunes, mayo 01, 2006

Gualeguaychú: violencia y retorno.

        Entonces vuelvo a mí con la desorientación, la vergüenza y la ira del que recibe una cachetada.
        Estoy en mi cuerpo y en mis tonterías (la vanidad, jugar al futbol con las medias, los mates y los abdominales); otra vez, como arrancado de los símbolos. Siento que lo anterior ha sido un mareo, deslizado estaba hacia mi interior, arrancado de afuera hacia otro mundo de cosas por sobre las comparsas y sus conceptos de jerarquía y representación.

        Regreso al mundo de mis masturbaciones, de mis pataleos. Encuentro a mis amigos, escucho música y no la pienso, ejerzo de chusma y entrego mi libertad cotidiana a una mujer. Toco las puertas, el control remoto, siento el saludo con los pómulos.
        Me hago corpóreo, imbécil, liviano. El peso de mi cuerpo es totalitario y le escupe a los recuerdos y a las ideas una saeta enorme mientras los rotula de perjudiciales, de contaminadores. Desconozco, de repente, la posibilidad de cierta inteligencia para practicar su defensa, más allá de las lágrimas.

        Mi cuerpo orientado hacia él y hacia el resto del mundo (del día) se dice olvido; tan dictador, tan violento, tan absurdo, tan necesario.

P.D.: revelo la excusa de este texto demorado: otra vez me gusta una mujer.