domingo, febrero 27, 2005

Muchacha ojos de papel

Nunca te quedaste hasta el alba, y tu tiempo será ayer.

Muchacha, ojos de papel,
adónde vas,
quédate hasta el alba.
Muchacha, pequeños pies,
no corras más,
quédate hasta el alba.
Sueña un sueño despacito
entre mis manos,
hasta que por la ventana suba el sol.

Muchacha, piel de rayón,
no corras más,
tu tiempo es hoy.
Y no hables más, muchacha,
corazón de tiza,
cuando todo duerma, te robaré un color.

Muchacha voz de gorrión,
adónde vas,
quédate hasta el día.
Muchacha, pechos de miel,
no corras más,
quédate hasta el día.

Duerme un poco y yo entretanto construiré
un castillo con tu vientre hasta que el sol,
muchacha, te haga reír hasta llorar...

Hasta llorar, hasta llorar...

sábado, febrero 26, 2005

Me recuerdo y nos extraño

Me recuerdo:
    Cuando lloré como un nene en tu pecho.
    Cuando me abrazaste y fue como si me sujetara al mundo que en mi cabeza volaba indócil y loco.
    Cuando nos dejamos y lloraste, y lloré.
    Cuando amanecimos juntos, y la mañana fue la única en que dije "soy feliz".
    Cuando te vi por primera vez.
    Cuando no tuve a mi padre y vos lo señalaste adentro mío.
    Cuando pensé que a tu lado sería tan sólo el Rey del Mundo.
    Cuando te quise tanto que pensé que me engañaba.
    Cuando, tan solo, amanecí y lloré, como un nene sin tu pecho, indócil y loco, engañado de compañia.


Extraño recordarte y extraño todo esto que recuerdo. Y sin embargo, aún no sé si te extraño. Quiero llorar, solo, solo, solo, en esta noche estúpida y kitsch, en la que melancólico, vacío de abrazos en los hombros, escucho Muchacha ojos de papel y el borde de la ventana pide mi figura caótica y triste para llorarle un rato a la luna, que nada sabe, como vos, la pobrecita. No, no te extraño. Nos extraño.

viernes, febrero 25, 2005

La muerte cerca

        Roger dí un paso hacia mi propia muerte, hacia mi suicidio y su asesinato. Cuando volví a escribir acá, había dicho que era el riesgo que corría, y que sería cruel y sincero. Los que me conocen habrán sabido notar que ya esa era la primer mentira: lo dije porque sabía que jamás iba a cumplirlo o, en el mejor de los casos, que nunca iba a poder alcanzar ese descubrimiento de Roger mismo que me de muerte. Así funcionan un poco las grandes promesas del espíritu, creo; porque al estar en el fondo, justamente en el fondo sabemos que jamás llegaremos y que ese discurso pasará como hondo, pero en la superficie.

        Y para hablar un poco peor de mí (esa es otra verdad a medias -o mentira a medias: no todo el tiempo nos gusta estar con el lomo agachado por las propias piedras de la culpa) debo decir que este paso adelante hacia mi desaparición fue casi accidental, no fue un trabajo de elaboración extrema sobre mi sinceridad, un ejercicio cruel de la mente. Como casi todo lo que somos y los grandes momentos en la vida, una casualidad.

        Y esto, en verdad, me molesta, qué se los voy a ocultar (si además no les importa). Yo quería seguir siendo aquel del comienzo: el que mostraba su careta y jamás se la quitaba, el que hablaba mal de sí, para que los demás hablen bien, el populista de sí mismo. Ese pensé que iba a ser Roger. Pero no: y hoy me descubrí y tengo una herida casi mortal sobre mí, hecha por mí y para mí no Roger.

        Entonces, acá va: no soy más que el costado pensante de las culpas, mis tristezas no tienen peso. Mis lamentos son un poco sinceros, pero sin sustancia. Son, como este blog, la pura idea sin el papel, las letras sin la birome ni la hoja, que están pero no existen. Algunos dirán que esas son las verdaderas ideas, sin su materialidad: pero soy un hombre, y todas las cosas de la carne no pasan por mi Roger. No soy yo el que siente lo que siente, y, aunque parezca cercano, nada más lejano a esto que el razonamiento cartesiano. Es un humanisimo, que paradójicamente me mata.

        Hoy me abrí una herida, que no sangra. Aunque, mirandolo bien, también podría liberarme y ser realmente otro yo. Pero tal vez ese no sea el motivo por el cual soy. Y acaso también, cuando él yo pueda ser yo, ahi sí definitivamente muera y él yo soporte todo esto que en mí yo deposita, sin saberlo o sabiéndolo torpemente. Aunque me roce el orgullo, logré comprenderlo ¡qué liberación entonces para mí mi muerte! Y mi yo no Roger... a cargarse sus piedritas señor, hasta que esté preparado para saber aceptar su propia muerte, que lo libere.

martes, febrero 22, 2005

No.

        Dijo no. Ni sociología del no, ni poder de la negación, ni nada. No. ¡No!. Y yo no quiero morir, ni dormir y despertar después; ni trabajar ni beber para olvidar; quiero vivir pensando en ella diciendome sí, y también diciéndome no y yo crea que me quiero morir o dormir y despertar después. Quiero sufrir un poco, quiero quererla. Me quiero: por eso no quiero morir -y nadie lo quiere, salvo los que no se quieren. Pero no. No. Y yo no quiero negarme que no, quiero afirmar que no, y sobre todo quiero (quisiera) afirmar que sí, pero no. No.

jueves, febrero 17, 2005

Ganas(es)

        Me desperté con ganas de decirte qué linda que sos.
        Me acosté con ganas de haberte dicho qué linda que sos.

        Me acosté y me desperté con ganas de que me ganes y de que yo no te hubiera perdido.

miércoles, febrero 16, 2005

Rechazado/r

        Me di cuenta de que soy un tipo rechazado. Soy también un tipo que rechaza, pero sin voluntad de hacerlo. Rechazado porque no soy agradable ni a la corta ni a la larga: sólo a la media, cuando salvaron la primer distancia y todavía no los agobié con mis humores cambiantes y eclécticos. Rechazado justamente por esas dos pequeñeces, tan molestas, tan imposibles de superar, naturales.

        Entonces, como soy un tipo rechazado y un tipo que rechaza, ya habrán adivinado que estoy constantemente siendo rechazado y rechazandome a mí mismo. En ese lucha busco la felicidad o la tranquilidad, que por supuesto también me rechazan, a la corta o la larga; o las rechazo yo; o ambos; no sé.

martes, febrero 08, 2005

Necesito decir esto:

        ¿A quién le digo que estoy muy triste, que me sube la depresión por la garganta. en medio del silencio de este salón (en donde los libros estan en fila, ordenados por números ¡los Libros, números!), de este galpón inmundo donde me gano el sueldo? ¿A quién le importa que esté así de triste, sin ganas de discutir, hundido como antes, triste y con ganas de llorar?

        Quiero decirselo a alquien a quien no le importe, o sí, me da igual -como a estos libros, indiferentes-, pero que sobre todo no me pregunte por qué estoy triste, porque eso ni yo hoy me lo pregunto. Estoy triste y no quiero estarlo. A diferencia de otras veces en que estaba concientemente triste, y a gusto, hoy no quiero estar así, con las lágrimas en los ojos ("es que estoy muy cansado, se me cansa la vista") a punto de saltar, con tanto miedo como yo de caer finalmente. Siento tristeza, miedo y soledad, al decir que estoy triste, solo y miedoso. Siento no la voz quebrada, sino llorosa desde adentro, donde se forman las palabras.

        ¿A quién le digo y a quién le importa si quiero alguien que me de un abrazo, si quiero lo simple: el amigo, la familia y las bromas en grupo?. Que me llamen por telefono y me quieran, y me abracen, y se burlen de mi tristeza, pero eso mañana, como voy a hacer yo también conmigo mismo. Creo que por eso se los digo a todos ustedes, libros con números, a los que ni conozco. Hoy no quiero ser Roger.

sábado, febrero 05, 2005

Cangilones

        Mi vida se completa y descompleta. Se llena, inmensa, con personas, cosas, recuerdos. Y se vacía de gente, de momentos, de paciencia. Constantemente es una y la otra. Soy yo uno, o soy otro.

        No puedo recordar cómo era vacio, cuando estoy completo; y viceversa. Pero siempre voy poniendo a contraluz una con la otra, y llego a concluir que soy las dos, como una figura de la Gestalt, según como la mire. Pero hoy siento que hay un tercer motivo, una gran forma que abarca a aquellas dos que hasta hoy creí ser. Una sensación de completarme y descompletarme que oscila vorazmente, luego deteniéndose, reposando de quietud, de hastío, para luego irrumpir como una llama, para sentir al mundo pequeño y querer tenerlo todo y a todos hasta que ese fracaso me hunda nuevamente en un desaliento indecible, como una piedra arrojada al cielo, que cae más velozmente. Hoy entendí que más allá de estar completo o descompleto, soy incompleto: nunca, teniendo una, la otra o las dos, llego a tener ninguna.

        Y voy, como los cangilones del poema de los campos de Machado, girando, a veces vacío de agua, otras llenándome de la que reposa en la fuente. Pero siempre soy la misma agua, escasa y cambiante, que hago circular por esta rueda. Si tan sólo alguna vez pudiera sentir que estoy completo mientras me descompleto... ¡Qué día ese en que me sienta el Rey del Mundo, engañandome! Ahora, ahora mismo y ayer y mañana, sé que me descompleto mientras me completo y que tendré que vivir volviendo a mi como a la fuente pobre, incompleto y escurridizo como el agua.

jueves, febrero 03, 2005

Chau, hasta mañana

        Hoy hablé un rato con Anouk y se despidió así como titulo en este post: "chau, hasta mañana". Verdaderamente hace mucho tiempo que alguien no me saludaba de esa forma, salvo en broma o cuando al otro día debemos encontrarnos por algo pautado, agendado, como un trabajo o ir al colegio.

        Pero lo de Anouk era diferente hoy, y me puso un poco triste. Ella tampoco saluda diciendo eso seguido, y me contó que este día le había sido un poco difícil. Creo que saludó como saludó para exorcizar al mañana, no al futuro metafísico, sino al mísero, cercano día de mañana, sencillo y habitual. O, mas bién, quiso cerrar definitivamente éste invocando al día de mañana. No era una cita para mañana (porque con Anouk no necesitamos citas, ni mañanas, sino muchos ayeres entre mates, debo decirlo) sino un deseo. Y esos deseos, en la gente que quiero, a veces me provocan una sensación imposible; como de tristeza mía, verdadera, si es que las mías alguna vez lo son.

        Ahora me acuerdo que yo saludaba a mis papás diciéndoles siempre "chau, hasta mañana", y lo mismo hacía con mi hermana y ella con ellos. No estoy seguro de si era una cita para mañana, con el extraño temor que le tenemos de chicos (como lo tendremos seguramente de viejitos) a la noche y sobretodo al no despertar, a morir; o si era tan sólo un deseo, un deseo diferente al de Anouk porque ella quiere cerrar el día de hoy, cargado de mierda, y yo, cuando dije allá a lo lejos "chau, hasta mañana pá", lo hice seguramente como para que se repitan constantemente y no haya ni ayer, ni hoy, ni mañana.

        Y es diferente, además, porque Anouk y yo ahora sabemos del engaño, porque los días siempre son iguales, siempre son ayer y mañana. No nos juzguemos, el derecho al olvido es la otra parte de la obligación por la felicidad. Y como perdimos el olvido constante de los niños, que es felicidad, y perdemos a veces la felicidad de ahorita, la pasajera, decimos bien concientes y trampeando: "chau, hasta mañana Anouk".